Cala Benirràs es un regalo para nuestros sentidos, llegamos al atardecer y los tambores no cesaban de tocar ese ritmo que te va poseyendo. El sol se iba deslizando suavemente hasta perderse con el horizonte y nosotros, embrujados por la escena, terminamos sintiendo la libertad, el momento único, la unidad con la naturaleza…. lo que realmente somos.